Sin duda, la pregunta más frecuente que recibimos en CargArte es para ayudar a una mami a decidir qué tipo de cargador le conviene. Aunque las opciones son relativamente limitadas (rebozos, fulares, bandoleras o ring slings, mei tais y mochilas ergonómicas constituyen las opciones ergonómicas disponibles), las listas de pros y contras parece infinita, lo cual únicamente ayuda a una mayor confusión para quien por primera vez se adentra en el mundo del porteo. Dentro de nuestro mismo equipo cada quien tiene su tipo de cargador favorito. Es claro, como diría mi abuelita, que en gustos se rompen géneros y yo en lo particular estoy enamorada de los fulares.
Aún recuerdo mi primer fular: un elástico precioso de la marca Lovey Duds. Lo vi muchos años antes de embarazarme y fue lo primero que compré cuando supe que había bebé en camino. Esperé pacientemente a que me llegara por correo (aquí también aclaro que soy asidua a las compras por internet) y cuando llegó, mi sorpresa fue enorme. ¡Eran metros y metros de tela! Sentía que me ahogaba. Estaba convencida de que algo estaba mal. Seguramente una tela cuya misión era envolver confortablemente a mi bebé no podía irse arrastrando por el piso durante el proceso del amarre… ¿o sí?
Inmediatamente me puse a investigar. Busqué videos en YouTube, me dediqué a buscar información en distintos foros como BabyCenter y eventualmente, llegué a la Meca virtual del porteo: TheBabyWearer.com. No lo podía creer. Nunca había pensado que existiera toda una subcultura del porteo, donde mujeres de todos los rincones del planeta se daban reunión para discutir los pros y los contras de distintos tipos de cargadores, analizaban minuciosamente el gramaje de los distintos fulares y publicaban fotos y tutoriales de mil y un modos distintos de amarrar un fular, un mei tai, o una bandolera.
Aquí fue también donde sufrí mi primer desengaño. Aprendí que mi fular elástico no nos duraría para siempre, que conforme mi bebé fuera creciendo, el elástico iría dando de sí, se comenzaría a encajar y se volvería incómodo. ¿La solución? Un fular rígido. No voy a mentir, me enojó mucho el darme cuenta que mi lindísimo elástico había sido una inversión innecesaria. Con todo y que nos funcionó muy, muy bien, el dinero que gasté al comprarlo podría haberse ido a financiar el fular rígido. Porque esa fue mi segunda sorpresa: ¡los precios! En aquellos entonces un fular talla 6, que es el largo más recomendado para principiantes, rondaba los $100 dólares más los gastos de envío a México. Vamos, esto era una pequeña fortuna. Y esto tratándose de los «normalitos»de algodón, nada de ediciones limitadas o fibras exóticas. Pero bueno, convencida de que esto nos iba a convenir a largo plazo, me animé y pedí mi primer fular rígido, un Girasol Snow Rainbow.
No pasó mucho tiempo para que me enamorara de la versatilidad de mi fular. Era más cómodo que el elástico ya que debido a que la tela no estiraba, me daba mucho más soporte y no se sentía el peso de mi bebé. Él podía pasar horas cómodamente acurrucado contra mi pecho y yo tenía las manos libres para poder hacer todo lo que necesitaba. Y cuando aprendí a cargarlo en la espalda, mi mundo cambió. Mi bebé iba feliz porque podía ver todo lo que sucedía a su alrededor y yo estaba feliz por lo cómodo y práctico que resultaba. Experimenté con fulares de todos los largos, incorporé el uso de anillas para complementarun amarre y aprendí distintos tipos de nudos para hacer que un amarre resultara más cómodo.
La versatilidad que ofrecen los fulares es única. Ningún otro cargador te proporciona tantas opciones ni te ofrece una experiencia de porteo tan personalizada. ¿Tienes hombros sensibles? No hay problema, puedes intentar un amarre con un nudo al pecho para no cargar con los hombros. ¿A tu bebé le gusta ver lo que pasa a su alrededor? Puedes optar por un amarre donde su cabecita quede bien arriba por encima de tu hombro para que no pierda detalle de todo lo que pasa. ¿Acaso es más tímido? Un amarre a la cadera le va a permitir ver lo que pasa a su alrededor mientras que le da la opción de refugiarse en tu cuerpo si hay demasiados estímulos. ¿Hora de comer? Un amarre al frente te permite amamantar o darle el biberón.
Como mencioné anteriormente, los fulares rígidos se venden por «tallas» según el largo. Esto permite adecuar y personalizar aún más tu experiencia de porteo según tus necesidades. Los fulares largos son perfectos para amarres de varias capas, los cuales son ideales para amarres al frente con bebés pequeños, amarres a la espalda con bebés grandes ya que las múltiples capas proporcionan más soporte y hacen que el amarre sea más cómodo para el porteador, y para amarres con nudos al pecho, para quienes tienen hombros sensibles. Los fulares cortos son perfectos para quienes tienen niños que comienzan a caminar y que suben y bajan con frecuencia. También son perfectos para viajes cortos porque son muy prácticos y casi no ocupan espacio en una bolsa o pañalera. Los fulares de largo medio son el equilibrio perfecto. Proporcionan una gran variedad de amarres en todas posiciones con un largo mucho más manejable que resulta más fácil mantener alejado del piso (porque seamos honestos, sin importar que tan a la idea te hayas hecho, ¡a nadie le gusta andar arrastrando su fular!).
Debido a la variedad de amarres y posiciones un fular rígido también es perfecto para que lo usen diferentes personas ya que siempre conseguirán el ajuste perfecto y los diferentes tipos de tela y amarres que existen te da muchas opciones según el clima en el que vivas. Y ni qué decir de los variados usos «extras»que se le pueden dar a un fular. Los míos han sido usados de cobijas, manteles de día de campo, columpios, hamacas, tiendas de campaña, chales, bufandas…
Por otro lado, no todo es miel sobre hojuelas. Todas la ventajas que tienen los fulares también tienen un precio. De todos los cargadores, los fulares rígidos son los que tienen una mayor curva de aprendizaje. Parece sencillo, pero es fácil sentirse abrumada por metros y metros de tela. También hay que tener en cuenta la calidad. Los buenos fulares no son baratos, son una inversión pero que con los cuidados adecuados pueden durar en perfecto estado por muchos, muchos años y servir con todos los bebés que decidas tener.
Y bueno, ahí lo tienen. Mis razones por las que el fular es el rey de los portabebés.
Texto original de Elizabeth Carrero Labastida para CargArte